Exposición en UNLA

Universidad Nacional de Lanús

Exposición en UNLA

Junio – Julio 2014

Menú de navegación:

Texto de

la muestra

UNLA

Primer

Plano

Columnas

Exposición en UNLA (Universidad Nacional de Lanús) junio-julio de 2014

Onda y corpúsculo (Segmento de un rayo de luz) – Columna sin fin IV – (Amarillo cálido) – 2011
Árbol antiguo – Columna s/fin V – (Verde intenso claro) – 2011
Estoica – Columna s/fin VI – (Acero oxidado) – 2011
Flechazo (que vino de la noche) – (Azul violeta) – 2011
Elástica – Columna s/fin VII – (Vino claro o granate) – 2011
Cadena Azul – Columna s/fin VIII – En memoria de la “Pamir” – (Azul intenso) – 2011
Columna de la voracidad – (Rojo encendido) – 2011
Polirítmica – Columna s/fin IX – (Rojo intenso frío) – 2011
Onda y corpúsculo II (Segmento fósil de un rayo de luz) – Columna s/fin X – (Acero oxidado) – 2012
Columna del Sufrimiento – Cruz Amerindia – Columna s/fin XI – (Acero oxidado) – 2013
Ritmo libre (Polirítmica II) – Columna s/fin XII – (Acero oxidado) – 2014

 

La columna es un motivo que siempre me interesó. No se trata exclusivamente de la columna como elemento de sostén sino, también, de sus parientes: el poste, el pilar, el menhir, el obelisco, la cariátide, la estaca, el junco y el árbol; ciertos árboles, particularmente; una constelación de motivos que expresan no solo la verticalidad sino, ante todo, el eje imaginario que separa y une el arriba y el abajo: el piso y el techo, los pies y la cabeza, el suelo y el cielo, la Tierra y la Luna, el planeta y su estrella, el astro y el cosmos.

La mayor parte de mis columnas son vectores pulsátiles expuestos en posición vertical que desarrollan el tema columna infinita, o movimiento sin fin, semejantes a aquella que diseñara Brancusi como parte de un complejo monumental en Tirgu-Jiu (Rumania, 1938), concebida como un tributo a los jóvenes rumanos fallecidos durante la Primera Guerra Mundial. Brancusi es considerado como el “padre de la escultura moderna”, esa extraordinaria transformación de la estatuaria que se viene dando desde la primera década del S. XX y que aún continúa. En efecto, se trata de estatuaria, pero transformada y adaptada al contexto de la actual civilización planetaria, la que comenzó a formarse con la llegada de un navegante genovés – Cristóforo Colombo – al continente americano en 1492, y produjo con el tiempo un tipo humano que ya no está seguro de saber – como en épocas pasadas – de dónde viene ni adónde va, pero continúa avanzando para saber qué hay más allá del horizonte circunstancial… No, yo no creo en las identidades fijas, y menos en el culto a la identidad propia; cuanto más fija es una identidad, cuanto más recortada y rígida, menos humana me parece.

Hasta entonces no se había ensayado una columna sin fin, por más que las columnas de sostén contuvieran – particularmente la columna salomónica, un helicoide sinuoso – potencialmente el motivo. Esa potencialidad se actualizó no antes de la era actual, con volúmenes que se disparan hacia lo alto – cómo la Torre de Eiffel, en 1889, un caso de ingeniería escultórica para conmemorar los cien años de la Revolución Francesa – o esculturas vectoriales cómo la de Brancusi, para conmemorar la regeneración y la persistencia de la vida.

Las columnas rítmicas son volúmenes mínimos y están estructuradas como una encrucijada que modela un volumen de espacio – cuatro sub-espacios interconectados por aberturas en el eje -, porque me apasiona más el espacio que la materia tangible.

El color – aplicado o no – pretende manifestar el carácter de cada forma, su energía, su peso visual, su luminosidad y su temperatura. Son “estatuas” que pretenden ser miradas como un segmento a escala corporal de un vector plástico de extensión virtualmente ilimitada…

 

Exposición en UNLA (Universidad Nacional de Lanús) junio-julio de 2014

Onda y corpúsculo (Segmento de un rayo de luz) – Columna sin fin IV – (Amarillo cálido) – 2011
Árbol antiguo – Columna s/fin V – (Verde intenso claro) – 2011
Estoica – Columna s/fin VI – (Acero oxidado) – 2011
Flechazo (que vino de la noche) – (Azul violeta) – 2011
Elástica – Columna s/fin VII – (Vino claro o granate) – 2011
Cadena Azul – Columna s/fin VIII – En memoria de la “Pamir” – (Azul intenso) – 2011
Columna de la voracidad – (Rojo encendido) – 2011
Polirítmica – Columna s/fin IX – (Rojo intenso frío) – 2011
Onda y corpúsculo II (Segmento fósil de un rayo de luz) – Columna s/fin X – (Acero oxidado) – 2012
Columna del Sufrimiento – Cruz Amerindia – Columna s/fin XI – (Acero oxidado) – 2013
Ritmo libre (Polirítmica II) – Columna s/fin XII – (Acero oxidado) – 2014

 

La columna es un motivo que siempre me interesó. No se trata exclusivamente de la columna como elemento de sostén sino, también, de sus parientes: el poste, el pilar, el menhir, el obelisco, la cariátide, la estaca, el junco y el árbol; ciertos árboles, particularmente; una constelación de motivos que expresan no solo la verticalidad sino, ante todo, el eje imaginario que separa y une el arriba y el abajo: el piso y el techo, los pies y la cabeza, el suelo y el cielo, la Tierra y la Luna, el planeta y su estrella, el astro y el cosmos.

La mayor parte de mis columnas son vectores pulsátiles expuestos en posición vertical que desarrollan el tema columna infinita, o movimiento sin fin, semejantes a aquella que diseñara Brancusi como parte de un complejo monumental en Tirgu-Jiu (Rumania, 1938), concebida como un tributo a los jóvenes rumanos fallecidos durante la Primera Guerra Mundial. Brancusi es considerado como el “padre de la escultura moderna”, esa extraordinaria transformación de la estatuaria que se viene dando desde la primera década del S. XX y que aún continúa. En efecto, se trata de estatuaria, pero transformada y adaptada al contexto de la actual civilización planetaria, la que comenzó a formarse con la llegada de un navegante genovés – Cristóforo Colombo – al continente americano en 1492, y produjo con el tiempo un tipo humano que ya no está seguro de saber – como en épocas pasadas – de dónde viene ni adónde va, pero continúa avanzando para saber qué hay más allá del horizonte circunstancial… No, yo no creo en las identidades fijas, y menos en el culto a la identidad propia; cuanto más fija es una identidad, cuanto más recortada y rígida, menos humana me parece.

Hasta entonces no se había ensayado una columna sin fin, por más que las columnas de sostén contuvieran – particularmente la columna salomónica, un helicoide sinuoso – potencialmente el motivo. Esa potencialidad se actualizó no antes de la era actual, con volúmenes que se disparan hacia lo alto – cómo la Torre de Eiffel, en 1889, un caso de ingeniería escultórica para conmemorar los cien años de la Revolución Francesa – o esculturas vectoriales cómo la de Brancusi, para conmemorar la regeneración y la persistencia de la vida.

Las columnas rítmicas son volúmenes mínimos y están estructuradas como una encrucijada que modela un volumen de espacio – cuatro sub-espacios interconectados por aberturas en el eje -, porque me apasiona más el espacio que la materia tangible.

El color – aplicado o no – pretende manifestar el carácter de cada forma, su energía, su peso visual, su luminosidad y su temperatura. Son “estatuas” que pretenden ser miradas como un segmento a escala corporal de un vector plástico de extensión virtualmente ilimitada…